Nunca he sido muy fan de este día, quizás porque mi vida en este aspecto ha sido bastante fácil y cómoda, quizás por ignorancia, quizás por desinterés, quizás de todo un poco. Nunca he sido muy fan de reivindicar igualdad marcando una clara diferencia, ni de reivindicar normalidad actuando de forma poco habitual. Nunca he sido muy fan de esa cara visible que muestran los medios todos los años, de los tíos enseñando pectorales, de las tías enseñando el tanga, de esa parte casi obscena que a muchos echa para atrás y que alimenta enormemente prejuicios y estereotipos. Nunca he sido muy fan del Orgullo.

Pero el día de hoy, a día de hoy, en este año, va mucho más allá de eso. Ya no se trata de salir en cueros a decirle al mundo que estás orgulloso de algo que, realmente, no has elegido. Ni se trata de exigir derechos o mostrar igualdad, para eso están los otros 364 días del año. A día de hoy, este día significa una patada en toda la boca a todas esas personas intolerantes, amargadas y llenas de odio cuyo único propósito en la vida, en vez de aprovecharla y ser felices, es joder la de los demás. Es un día para mirar de frente a los malos y decirles “no sois nada”. Es un día para todos aquellos que quieren ser libres y felices, ya sean heterosexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales, pansexuales, transexuales, andróginos, travestis, negros, blancos, amarillos, altos, bajos, rubios, morenos, pelirrojos, flacos, gordos, musculosos, tontos, inteligentes, guapos, feos, del montón, frikis, populares, marginados, ricos, pobres… Es un día para todos los que lo han pasado mal, por el motivo que sea.

Me canso de leer y oír comentarios diciendo que ya está todo hecho, que todo va bien, que en España todo el mundo lo ha aceptado. Y no es así. Por cada comentario positivo hay tres negativos detrás. No hay más que leer las noticias. Sólo en España hay personas que siguen recibiendo palizas sólo por ser dos chicos cogidos de la mano. Si habláramos de mujeres y violencia doméstica, nadie se atrevería a decir que ya estamos concienciados, que no hace falta seguir dando visibilidad a esas mujeres, que no hacen falta las ayudas. No entiendo cómo algunos se atreven a decirlo cuando se trata de personas que son víctimas de una violencia similar porque otros los ven como inferiores. Aún queda mucho por hacer. Y la normalidad completa no creo que se consiga nunca, al menos nosotros no la veremos. Igual que no estamos viendo que haya un 100% de normalidad cuando se trata de personas de otras razas, o con sobrepeso, o rasgos que la sociedad aún no considera «normales». Si se sigue luchando por erradicar el racismo, la anorexia, el bullying, ¿por qué no se iba a seguir luchando en contra de la homofobia? Quizás es cierto que “no hace falta” un día así. Puede ser, pero tampoco hace falta un día de Navidad, ni la Semana Santa, ni el Carnaval, ni Halloween… Que algo no sea necesario no significa que no pueda hacerse y disfrutar de ello siempre que no se haga daño a nadie. Las fiestas y celebraciones no tienen por qué estar justificadas. La vida está para celebrarla.

Gracias a que este tema sigue siendo noticia probablemente se estén salvando vidas. Las vidas de esas personas al borde de la rendición que ven cómo hay otras de su misma condición que son felices y otras tantas que no son como ellas pero que las van a respetar. Gente que ve en las noticias que su actor o actriz favorita/o comparte vida con otra persona de su mismo sexo y, quizás, piensan que si ellos también son así entonces tal vez no son bichos raros. Y aún así hay personas que se siguen suicidando cada semana por culpa de no aceptarse cómo son. Y la culpa la tiene la gente que los señala con el dedo y les dice que no pueden ser así, que no es normal, escudándose en una opinión personal, una creencia religiosa o un libro sagrado que si se sigue al pie de la letra está prohibido hasta respirar. Mientras haya gente muriendo por este tema, seguirá siendo necesario un Día del Orgullo, indistintamente de con qué parte de la celebración uno se pueda sentir más o menos identificado. Ahí está la gracia, en que la diversidad de esta celebración es tan amplia como personas la forman. El resto son sólo estereotipos, y de esos todos cargamos con alguno.

Da igual quién eres, de dónde eres, cómo eres, qué haces, qué te gusta, qué sientes o a quién amas. Sólo importa lo que aportas al mundo, tus buenas acciones y cómo usas el tiempo que te ha sido prestado.